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Concurso Completo de Equitación
! Todo lo que aprendí en un momento de pánico ¡
Autora: Carleigh Fedorka.
Eventing Nation.
Oct 2, 2017/2:30 pm
Traducción adaptada:
Luis Morales
“El viernes por la tarde
me vi involucrada en uno de los momentos más espantosos de mi vida”
Después de haber inspeccionado
mi recorrido de cross previsto para ese sábado, caminaba deprisa hacia la colina
de los aparcamientos de los remolques en el Kentucky Horse Park.
Con el inmenso
crecimiento de la infraestructura de este parque, los participantes estamos
ubicados a una milla o dos del estadio y las pistas de doma, y nuestros caminos
de vuelta pueden ser largos, relajantes, o peligrosos.
Y mientras subía la
colina, vi a una amazona que volvía hacia los remolques. Asumiendo que volvían
a las cuadras después de darse una vuelta por el estadio, la saludé con una
sonrisa y él me lo devolvió asintiendo con la cabeza. La reconocí, pero no lo
suficiente como para pararme a hablar con ella.
Y entonces oí los fuertes
resoplidos de un caballo asustado, galopando, o sobrado. Me volví y me quedé
helada.
La vi erguida sobre la
montura, con cuatro o cinco dólares en la mano de las riendas que tenía cogidas
por la hebilla, y sosteniendo una bebida en la otra mano. Luego cayendo y
finalmente vino lo peor estribada y arrastrada.
Me quedé allí con la
horrible sensación de que no había nada que pudiera hacer. Nada mejor. Yo estaba
demasiado lejos y sola. Así que simplemente la observé cómo finalmente se
desestribó y el caballo salió galopando por la colina.
La grité desde la valla para
ver si estaba bien, pero no respondía. Miré por encima de la valla para ver si
se movía, pero tampoco.
Me lancé a correr y
salté las dos cercas que me separaban de ella y llegué a su lado. Lo que vi me
revolvió el estómago. Había aterrizado boca abajo en un suelo de grava, y no se
movía. Le grité su nombre y no respondió. Mis conocimientos CPR
(Cardio-Respiratorias), y mi entrenamiento en técnicas de emergencia entraron
en acción, y comencé a actuar.
Comprobé su respiración
y vi que tenía, sabía que eso significaba dejarla donde estaba sin moverla. No
quería arriesgarme a colocarla en cualquier mala posición y tal vez lesionar su
columna. Su pulso era fuerte y no veía heridas abiertas que necesitaran hacer
presión, sin embargo seguía sin mover los brazos ni las piernas. Ella no estaba
ni respondiendo ni consciente y yo sabía que necesitaba ayuda. Grité a uno que
pasaba en un carrito de golf pero tampoco me oyó, imagino, o no le importó.
Así que saqué mi
teléfono y marqué cada número de cada jinete que sabía que estaban en la pista
del estadio, a sólo 500 metros, pero parecían muy lejos. Finalmente llamé a una
de mis mejores amigas, Courtney Calnan, y que estaba en la pista. Era la mejor
persona a llamar. Simplemente dije: "Necesito ambulancia y médico en el
camino hacia los aparcamientos, “YA" y ella sencillamente colgó.
Ella no hizo preguntas.
No intentó saber más. Ella dio a la tecla “Fin de llamada” y se puso en
movimiento.
Sabía que Courtney no
sólo sabría cómo lograr asistencia médica, sino que también conocía
personalmente a cada persona de la Organización, jueces y oficiales. Así que ya
podría concentrarme en la mujer que estaba a mi lado mientras confiaba en mi
amiga para hacer el resto.
Lo que me pareció una
hora, en realidad sólo fueron unos minutos antes de que llegaran los servicios
de emergencia. Cuando llegaron a nuestro lado, me preguntaron su nombre, lo que
afortunadamente supe. Luego su edad, y de eso no tenía ni idea.
Me eché a un lado, pero tratando
de seguir allí al tanto. Miré a mi izquierda y ví a Courtney corriendo hacia nosotros.
Me abrazó, y con ese simple gesto se hizo cargo de la situación, yo me fui a
buscar el caballo suelto.
Llamé a otra querida
amiga Holly, le conté lo que pasó y le pedí que comenzara la búsqueda del caballo
desde la dirección opuesta. Ella, como Courtney, simplemente colgó y comenzó a
buscarlo.
Cogieron enseguida al
caballo rápidamente y lo trajeron de vuelta al remolque donde un equipo de
increíbles mujeres y hombres le quitaron todo y lo ataron. Vi a un hombre caminando
por allí que parecía confundido. Era su marido, esperando la vuelta de su
esposa. Caminé tranquilamente hacia él, le dije que su esposa se había caído y
que las emergencias necesitarían información de él. Sin decir una palabra,
saltó a su coche y bajó por la colina hacia donde aún estaba su esposa.
Luego me senté en mi
remolque y me vine abajo. Me salió toda la adrenalina en lágrimas y lloré.
De repente mi teléfono
sonó y ví que era Courtney. Respondí. Quería saber cómo se había caído, cuánto
tiempo había estado inconsciente y cuánto había estado sin responder incluso
después de haber llegado yo. Le di mis respuestas y luego miré a mi caballo dándome cuenta de que
necesitaba ir al estadio. Courtney me envió mensajes a lo largo de la siguiente
hora, haciéndome saber que ella ya estaba hablando y que estaba en la camilla
para entrar en la ambulancia. Vi a la policía escoltar la ambulancia hacia
fuera por el mismo camino que yo hice al estadio.
He aprendido mucho de
esta situación. Situación que nunca olvidaré. Estoy lejos de ser una amazona
obsesionada por la seguridad, pero ese viernes me cambió.
En primer lugar, creo
que los jinetes deben estar obligados a llevar brazaletes con la tarjeta médica
durante toda al competición. Esto incluye el entrenamiento, la doma, el campo y
los saltos.
Estas tarjetas NO deben
requerir tener que escanearlos para poder acceder a la información médica fundamental
tal y como puntos de contacto, alergias, estado del corazón o ser donante de
órganos.
Solía creer que esa tarjetas
eran inútiles, ya que estaba en la pista y ya había dado esa información en mi
entrada. El viernes me di cuenta que después de caer, nadie sabía quién era
este jinete. Su información no se habría encontrado si no estuviera rodeada de
gente que la conociera por su nombre. Los brazaletes con códigos de barra o Q
son más pequeños, y por lo tanto populares en completo. Están bien, pero donde
sea adicional y accesible debe figurar toda la información personal y médica
para que cualquiera pueda atender en una emergencia a una persona sin necesidad
de tener un lector de esos dispositivos.
También me di cuenta de
lo aterrador que esa situación habría sido si ese no hubiera sido mi terreno y
no hubiera estado literalmente rodeado por mi lista de contactos. Si no hubiera
sabido que Courtney estaba por allí y cerca de la ambulancia, ¿a quién habría
llamado?
Pensé en llamar al 911
(112), y me dijeron muchos que eso era lo peor que podía hacer. El Horse Park,
al igual que muchas otras yeguadas de esa zona, son una pesadilla literal para esas
urgencias. Los sitios no son accesibles y la ambulancia acaba dando vueltas
perdiendo unos minutos cruciales.
La organización puede
llamar al 911 (112) y luego enviar una escolta a la entrada principal para guiarla,
pero no yo.
¡Ah¡ y no tenía el teléfono
de la organización en mi lista de contactos.
Mirando atrás, ¿podría haber accedido a US Eventing y buscar esa
información? Sí. Pero en ese momento, eso fue lo último en que pensé. Mi novio apuntó
que podría ser prudente en estos sitios de caballos tener y publicitar su
propio número de emergencias. Tenerlo en cada cuadra y en los postes sería
recomendable. Un tfno. fácil de recordar, de fácil acceso, y fácilmente disponible
en situaciones como esta. Hay médicos sobre el terreno en estos espectáculos
por una razón, pero tenemos que ser capaz de acceder a ellos con rapidez y
facilidad.
Y finalmente, disponer
de rutas más seguras para moverse a caballo. Me di cuenta cuando pensé que
tuvimos mucha suerte. Ella había tomado un camino por el campo, mientras que la
mayoría tomaba la ruta más corta, por la carretera pavimentada. Ella había caído
sobre una zona de arena y hierba, aunque dura, pero no como el cemento. Esa
simple decisión pudo haberle salvado la vida.
Ese accidente no fue por
un obstáculo, sino bastó con un simple susto del caballo con un jinete que no
estaba atento para ello. Eso le puede suceder a cualquiera de nosotros.
Gracias a que estaba en
la hierba, a que llevaba no sólo casco sino también botas altas (calzado
adecuado que puede liberarte más fácilmente al ser arrastrado). Y gracias a que
estaba allí. Supe esa noche que ella estará bien. Estaba conmocionada,
obviamente dolorida y magullada, pero estaba hablando con su familia y amigos. Leí
aquél mensaje y cerré los ojos para dar gracias al ángel de la guarda que la estaba
vigilando ese día.
Podríamos aprender de
esto que:.
·
Deberíamos recibir todos una clase de primeros auxilios para estar
preparados.
·
Deberíamos pasear con la identificación apropiada sobre nosotros, si se está
en una competición o incluso en nuestra cuadra.
·
Deberíamos saber cómo acceder a la asistencia médica en las competiciones,
si es a través de alguien del CO o directamente.
·
Deberíamos llevar casco y calzado adecuado siempre que estemos montados.
·
Deberíamos abrazar a nuestros caballos y seres queridos cada noche,
porque todo puede suceder en un abrir y cerrar de ojos.
Esto es lo que aprendí
este fin de semana. Espero que tú hayas aprendido algo también.
Carleigh Fedorka tiene un Ph.D. en Veterinaria por
la Universidad de Kentucky Gluck Equine Research Center. Es nacida en
Pensilvania y se mudó a Kentucky después de graduarse de St. Lawrence
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