Nieto de un herrador de mulas, sacó a su mejor caballo de un matadero y viaja por toda Europa con un camión de 1.600.000 km. Y quiere ser olímpico.
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DIY son las siglas inglesas de ‘Do It Yourself’, hazlo tú mismo, tres letras que parecen el eslogan ideal para explicar la trayectoria de Albert Hermoso. Un DNI telegráfico le definiría como jinete hípico de concurso completo, 36 años de edad y uno de los muchos deportistas modestos de este país que en el año previo a los JJ.OO. de Rio apura sus esperanzas de ser olímpico con ingentes dosis de ilusión, dedicación y esfuerzo en lugar de presupuesto. Una mirada más amplia nos descubre a un jinete que, para poder serlo, se convierte en educador, entrenador, temporero, chófer, gurú, cazatalentos y feriante, todo en uno.
La equitación, como sucede con la vela, tiene el estigma de ser un deporte al alcance de gente acomodada y en muchas ocasiones es así; tener un buen caballo y tiempo, instalaciones y terreno para entrenarlo no es para mileuristas. Albert, sin embargo, viene del otro lado del espejo. Natural de Os de Balaguer, un pueblo de 1.000 habitantes de La Noguera, en Lleida, su pasión por los caballos se arraiga en el oficio de su abuelo, que era el herrero del pueblo. “Yo debía tener 5 años y siempre que podía iba a ver cómo herraba las mulas. Él me dejaba echarle una mano y, si lo hacía bien, como recompensa me permitía montar la mula de regreso a su dueño”.
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